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viernes, 27 de enero de 2012



Hola, esta historia la encontré en un blog judio...me pereció muy importate el valor del agradecimiento que fomentan en esta historia.

Cómo nos cambia la vida, cuando mirando hacia atras podemos descubrir cuantas personas han intervenido para que seamos las personas que seamos hoy?

Cuantos nos enseñaron, nos apoyaron, nos guiaron, nos hicieron pensar...y cuantos sin saberlo tambien nos ayudaron tanto e incluso cuantos pensando en hacernos mal terminaron haciendonos el más grande favor de nuestras vidas?...

Hoy solo puedo decir GRACIAS, GRACIAS, a cada persona en mi vida, a los que recuerdo y a los que no...GRACIAS, Dios me ha premiado con personas maravillosas y con otras que han venido como angeles a direccionarme hacia los caminos que debo recorrer, asi que solo puedo decir GRACIAS.


"Algo Viejo, Algo Nuevo"

"¡Oh huau!, que lindos recuerdos me trae este lugar", se maravillo Jill mientras ella y su amiga Sandy prácticamente flotaban con los ojos muy abiertos por el pasillo del jardín infantil.
Ellas habían sido mandadas por su profesora de quinto grado de su actual colegio a entregar un paquete muy importante en la secretaría de la escuela.
"Sabes Sandy, yo no había estado en este edificio en más de cinco años, desde que éramos estudiantes aquí", murmuró Jill mientras se sorprendía con los coloridos murales pintados en las paredes del corredor. Los impecables pero usados juguetes y todo el equipo de juegos parecían ocupar cada ranura disponible.
"Sí, es extraño", comentó su amiga. "A pesar de que todo es nuevo, me parece que todo sigue exactamente igual que cuando nosotras solíamos venir. Bueno, de cualquier manera, ya hicimos nuestro mandado, ahora vamos".
Pero Jill no se movió. "Sandy, primero debemos hacer algo muy importante", dijo con preocupación.
"¿Qué cosa?", preguntó su amiga sorprendida. "Bueno, tenemos que pasar a visitar a la Sra. Laster. Vi su nombre en una de las salas de clase mientras caminábamos hacia la oficina".
"¿La Sra. Laster?, ¿para qué tenemos que verla?, supuestamente teníamos que entregar el paquete en la secretaria y ya, ¿no es cierto?"
Justo entonces sonó la campana del recreo y las niñas se movieron a un lado para dejar pasar a un grupo de agitadas preescolares que atravesaban el pasillo. Jill miró a su amiga incrédulamente. "¿Cómo podemos estar aquí y no ir a visitar a la Sra. Laster? Ella fue nuestra primera profesora. ¿No te acuerdas lo amorosa que era con nosotras? ¡Amábamos su clase!".
Sandy se encogió de hombros. "Sí, pero eso fue hace muchos años atrás. No tiene nada que ver con el presente".
Jill levanto sus manos con sorpresa. "¡Tiene mucho que ver con el presente! Dime algo, ¿tú sabes leer y escribir?".
"Espero que sí, porque tengo que entregar un reporte mañana", respondió su amiga irónicamente.
"Bueno, ¿quién te enseñó?, protesto Jill.
Sandy pensó por un momento "Fue la... la Sra. Laster. Me acuerdo de nuestro cuadernillo de trabajos", ella admitió.
"Bueno, ¿no es suficiente razón para pasar a saludarla y decirle que la apreciamos?, dijo Jill con una sonrisa.
Sandy se quedó callada. Después de un momento sonrió. "Tienes razón" asintió Sandy. "¡Ahora recuerdo que la Sra. Laster también me enseñó a atarme los zapatos! Y recuerdo el momento en que uno de mis dientes de leche se cayó en clases. Yo estaba tan asustada, pero la Sra. Laster me hizo sentir tan bien al respecto... realmente debemos ir a verla, ¿verdad?
Las dos amigas se miraron, y al mismo tiempo dieron la vuelta en el pasillo y golpearon la puerta de su antigua profesora. "Me pregunto si nos recordará", murmuró Jill.
Las niñas estaban nerviosas mientras la puerta se abría lentamente. Una señora mayor pulcramente vestida miro interrogantemente a las dos niñas de quinto grado por un segundo, y luego inmediatamente sonrió ampliamente. "¡Yo las conozco! ¡Tú eres Sandy y tú eres... Jill! Exclamó la Sra. Laster. "¡Qué maravillosa sorpresa!".
Ella y sus antiguas alumnas tuvieron una estupenda conversación, y las niñas expresaron su gratitud por todo lo que ella había hecho por ellas. Mientras las acompañaba a la puerta, la Sra. Laster las miró fijamente y les dijo con calidez, "muchas gracias por haber venido. Cuando veo como mis antiguas estudiantes se han transformado en maravillosas señoritas, eso hace que todo el esfuerzo valga la pena".
Las niñas salieron sintiéndose muy bien, muy contentas de haber recordado y apreciado a alguien que había hecho tanto por ellas.

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